Cuadernos

Las libretas (y el papel del que se componen) son más económicas que hace algunos años, y los cuadernos son ahora más baratos que otros tipos de soporte para la escritura. Hoy en día, cuando nuestra vida gira en torno a pantallas y monitores, cuando estamos intentado desterrar el papel de nuestros escritorios con la justificación de proteger los bosques, parece que este material ha quedado relegado a la gente con menos recursos.

Es difícil imaginar que antes de que se construyeran las grandes máquinas para su fabricación, el papel que vemos en libretas, cuadernos, libros o agendas estuviera al alcance de una minoría. Tuvieron que pasar años antes de que los estudiantes, vendedores, abogados o periodistas del viejo y nuevo mundo pudieran escribir sus apuntes en las libretas de notas que hoy en día estamos poco a poco dejando de utilizar.

La palabra cuaderno procede de la palabra en latín quaterni que significa de cuatro en cuatro, ya que originariamente se componía de cuatro pliegos. Libreta es definida como libro pequeño destinado a escribir en él anotaciones o cuentas. Se dice que el australiano J. A. Birchall fue quien allá por 1920 creó el primer cuaderno al pegar varias láminas de papel y unirlas a un pedazo de cartón.

La bajada del precio del papel hizo que los escolares pudieran prescindir de las pizarras y comenzaron a aparecer en las aulas los primeros cuadernos, las primeras libretas y carpetas de notas.

El abanico de opciones no era tan amplio como el que tenemos hoy en día, pero no hubo que esperar demasiado para empezar a advertir, dentro y fuera de los centros educativos, libretas A4, grandes o pequeñas, libretas de anillas, cuadernos de tapa dura y forrados de cuero. Para poder comprar blocs de anillas o descubrir las agendas hubo que esperar algunos años más. Con el tiempo las libretas se fueron personalizando. Así, se crearon cuadernos especiales para llevar las cuentas de los negocios o apuntar notas. Los cuadernos de bitácora, en los que se apuntaban las maniobras de navegación, y los cuadernos de viajes son solo dos ejemplos de todo lo que los folios en blanco de estas cartillas han llegado a almacenar.

Pero la verdadera industria y el público mayoritario que compra estos objetos de papelería son los escolares, los estudiantes, las y los profesores. Con la introducción del cuaderno en las clases se consiguió reflejar y guardar la voz de alumnos y alumnas, además de las correcciones del profesorado. El cuaderno es (por lo menos hasta el momento) un gran apoyo para la enseñanza y se nos hace difícil imaginar a los estudiantes sin sus cuadernos en la mano. No solo dentro de las tapas duras o blandas de estos blocs, sino también por fuera, los jóvenes plasman su personalidad, sus gustos y sus aficiones. Empezando por las fotografías de grupos de música o actores, pasando por ilustraciones de todos los tipos, hasta tapas medio destartaladas o a punto de caerse. Quien más y quien menos, todos se preocupan de tener libretas que expresen parte de su identidad y de añadir imágenes o diseños personales.

Hoy en día marcas como Mr Wonderful se caracterizan por escribir sobre sus libretas mensajes positivos e ilustraciones coquetas. Otras marcas llevan algunos años más entre nosotros, como la italiana marca de cuadernos Moleskine que con sus diseños sobrios y atemporales apuesta por un público más serio. Fuera de marcas, y siguiendo las modas generales, reutilizar es tendencia en la actualidad, pero el reciclaje de papel comenzó mucho antes de la moda eco. Hay quien dice que el papel se recicla desde siempre, o por lo menos desde que se produce de manera masiva, aunque fue en el siglo XX cuando se comenzó a reciclar a lo grande.

Reciclado, en forma de libreta, de agenda, con logos, anillas, cuadrículas, hojas blancas, caros o baratos los cuadernos han sido y son parte de nuestra infancia y vida profesional. Citando a Tito Petronio: Verba volant scripta manent. La palabra vuela y lo escrito queda. Y lo tipeado, bueno, eso está todavía por ver.